En un mundo donde la civilización colapsó y la naturaleza recuperó su dominio, Horizon Zero Dawn nos lanza a un futuro en el que las máquinas dominan la Tierra y los humanos han vuelto a una existencia tribal. Guerreros con lanzas, chamanes que interpretan señales en los cielos y criaturas mecánicas que acechan entre la maleza. Un contraste brutal que, desde el primer minuto, atrapa.
Un mundo abierto que se siente vivo
Hablar de Horizon Zero Dawn es hablar de su mundo. Guerrilla Games construyó un escenario inmenso, detallado y, lo más importante, coherente. No es solo un mapa con marcadores; es un ecosistema en el que cada máquina cumple una función y las tribus tienen sus propias creencias y conflictos. El ciclo día-noche y el clima dinámico potencian la inmersión, haciendo que recorrer estas tierras se sienta siempre fresco.
Aquí, los biomas no son solo cambios de textura. Selvas, montañas nevadas y desiertos están diseñados para que cada región tenga su propia identidad y retos. Las máquinas no están dispersas al azar: las veremos pastando, patrullando o cazando, según su rol en este nuevo orden ecológico.
Aloy, una protagonista con peso
Si el mundo es el cuerpo de Horizon, Aloy es su alma. Crecer como paria de la tribu Nora la ha convertido en una cazadora autosuficiente, pero también en alguien con preguntas. Su viaje no es solo sobre cazar bestias mecánicas, sino sobre descubrir quién es realmente y qué pasó con el mundo. Es un personaje que equilibra fuerza e inteligencia sin caer en estereotipos.
Además, su evolución no es solo narrativa. A nivel de jugabilidad, pasamos de una Aloy sigilosa y vulnerable a una cazadora experta, con un arsenal de armas y trampas que permiten enfrentarnos a los enemigos con múltiples estrategias.
Combate: inteligencia antes que fuerza bruta
Uno de los grandes aciertos de Horizon Zero Dawn es que no se trata solo de disparar flechas y esperar lo mejor. Cada máquina tiene puntos débiles y patrones de comportamiento que podemos explotar si somos observadores.
Las herramientas que Aloy tiene a su disposición van más allá del arco. El lanzacuerdas permite atar máquinas al suelo, las trampas pueden desactivar componentes clave y el uso de diferentes tipos de munición (eléctrica, ígnea, corrosiva) obliga a pensar antes de actuar.
Los enfrentamientos, especialmente contra las máquinas más grandes como los Atronadores o los Rapaces, son auténticos duelos de ingenio. Entrar en combate sin planificación es una receta para el desastre.
Una historia que va más allá del apocalipsis
El gran gancho narrativo de Horizon es descubrir cómo el mundo terminó así. ¿Por qué las máquinas imitan formas animales? ¿Qué pasó con la antigua civilización? Estas preguntas mantienen el interés a lo largo del juego, y las respuestas, sin spoilers, son una mezcla de ciencia ficción dura y mitología tribal que encaja sorprendentemente bien.
Los hologramas, los archivos de audio y los restos de tecnología antigua cuentan una historia de arrogancia humana, inteligencia artificial y extinción. Pero lo interesante es que el juego no se contenta con darnos la información en bandeja: hay que buscarla, unir piezas y sacar conclusiones.
Técnicamente impresionante
Si en algo brilla Horizon Zero Dawn, es en su apartado técnico. Visualmente, sigue siendo un referente. La iluminación, la calidad de las texturas y las animaciones faciales consiguen que todo luzca increíble.
El motor Decima, el mismo que luego usaría Death Stranding, permite un nivel de detalle asombroso. Cada máquina tiene cientos de piezas móviles, el follaje reacciona al paso del viento y los efectos de partículas en las tormentas añaden una capa extra de inmersión.
La banda sonora, con melodías tribales y ambientales, refuerza la sensación de estar explorando un mundo olvidado. Y en cuanto al doblaje, el trabajo de Michelle Jenner en la versión española es sólido, aunque la sincronización labial a veces deja que desear.
Conclusión: un imprescindible del género
Horizon Zero Dawn no es solo un juego de mundo abierto más. Su combinación de exploración, historia y combate estratégico lo convierten en una de las experiencias más redondas de la última década. No reinventa el género, pero sí lo refina hasta un nivel en el que cada elemento encaja con precisión.
Para quienes buscan un mundo con lore profundo, enfrentamientos desafiantes y una protagonista que se aleja de los clichés, este es un título imprescindible. Y con Horizon Forbidden West expandiendo la historia, el viaje de Aloy aún tiene mucho por contar.
Un must de PS4
De los mejores juegos de la generación de PS4, sin dudas.
A tope
- El apartado gráfico. Sublime.
- Aloy como protagonista.
- El mundo distópico.
Meh
- El lipsync a veces baila.
- Algunos secundarios podrían dar mucho más.
- Sylens, pero por ladino.