Como ya comenté en la reseña de Car Mechanic Simulator 2021, hay un género que engancha cada vez más: los cozy games. Ese tipo de juegos que, curiosamente, convierten tareas que en la vida real nos parecen aburridas o pesadas en experiencias relajantes y hasta adictivas. House Flipper encaja a la perfección en esa categoría. La idea es tan sencilla como efectiva: comprar casas, restaurarlas y venderlas al mejor postor. Dicho así parece poca cosa, pero lo cierto es que detrás de esa premisa hay un auténtico devora-horas.
House Flipper propone ponernos en la piel de un manitas del bricolaje y la reforma. Nos pasamos el tiempo limpiando, pintando, colocando muebles, tirando tabiques y gestionando presupuestos, casi como si fuéramos unos gemelos de Divinity en versión low cost. La diferencia es que aquí no se trata de crear espacios imposibles, sino de sacar partido a casas en mal estado para darles una segunda vida y, de paso, engordar nuestra cartera virtual.
Mecánicas que enganchan más de lo que parecen
Lo primero que llama la atención de House Flipper es su dualidad jugable. Por un lado, tenemos el “misioneo”, que consiste en aceptar encargos desde nuestro pequeño despacho. A través del correo electrónico recibimos peticiones de clientes que necesitan desde una limpieza básica hasta una remodelación completa de una vivienda. El abanico de tareas es enorme: quitar basura, reparar enchufes, pintar paredes, colocar azulejos, instalar radiadores o decorar habitaciones enteras. Todo ello con una mecánica sencilla, pero sorprendentemente satisfactoria.
El otro gran pilar del juego es el modo inmobiliario. Aquí está la verdadera esencia de House Flipper. Podemos comprar casas en distintos estados de conservación, algunas prácticamente inhabitables, y darles un lavado de cara para venderlas con beneficios. La gracia está en que cada posible comprador tiene unas preferencias distintas. Mientras uno busca una casa familiar, otro quiere un espacio perfecto para fiestas, y un tercero exige un despacho impecable. Adaptarse a estos perfiles es lo que marca la diferencia entre una venta mediocre y un pelotazo inmobiliario.
Un control que cuesta domar
Uno de los aspectos más comentados por quienes prueban House Flipper es el control. No es que sea malo, pero sí requiere un periodo de adaptación importante. La sensibilidad del stick, la disposición de los botones y la forma en que interactuamos con los objetos no son todo lo intuitivas que podrían ser. Las primeras horas pueden convertirse en un pequeño vía crucis, hasta que por fin la memoria muscular hace su trabajo y empezamos a sentirnos cómodos con la herramienta en mano.
Una vez superada esa curva inicial, el juego se disfruta de manera mucho más fluida. Es entonces cuando descubrimos que, pese a su aparente simplicidad, House Flipper ofrece una experiencia más profunda de lo que parece a primera vista.
Gráficos y motor: sencillez efectiva
No esperemos un alarde técnico ni un despliegue gráfico que deje con la boca abierta. House Flipper utiliza Unity como motor y, dentro de sus limitaciones, cumple correctamente. Los escenarios son funcionales, los modelos de mobiliario suficientes para dar variedad y la iluminación hace su papel para aportar calidez o frialdad según la reforma que estemos haciendo.
Lo que House Flipper busca no es el realismo absoluto, sino la funcionalidad. Y en ese sentido, lo consigue. Las casas transmiten la suciedad y el abandono cuando las encontramos en su peor estado, y la satisfacción de ver cómo se transforman tras varias horas de trabajo es enorme.
El tiempo vuela sin que te des cuenta
House Flipper tiene algo que comparten los mejores cozy games: la capacidad de absorbernos sin que nos demos cuenta. Empiezas con la idea de “hacer un par de encargos rápidos” y cuando miras el reloj han pasado tres horas. Hay un ritmo hipnótico en el ciclo de limpiar, reformar, decorar y vender que engancha de manera brutal.
El juego no presiona con objetivos imposibles ni castiga por equivocarse. Es más un espacio donde relajarse, experimentar con combinaciones y dejar volar la imaginación. Esa ausencia de estrés es una de las claves de su éxito.
Un título en constante expansión
Desde su lanzamiento, House Flipper ha ido ampliando su contenido con actualizaciones y DLCs. Estos añaden nuevas mecánicas, tipos de muebles, estilos decorativos e incluso expansiones completas como Garden Flipper, que nos permite trabajar también en exteriores, cuidando jardines y patios. Esta evolución ha mantenido la comunidad activa y ha dado más vida útil a un juego que, de por sí, ya ofrece decenas de horas de entretenimiento.
Además, su secuela, House Flipper 2, promete expandir aún más el concepto y mejorar aquellos aspectos donde el original se quedaba corto, como la parte técnica o la variedad de tareas.
Conclusión: un comehoras sin pretensiones
House Flipper no es un juego que busque impresionar con gráficos de última generación ni con mecánicas revolucionarias. Su fuerza está en la sencillez, en ofrecer al jugador una rutina que, aunque imite al trabajo real, resulta extrañamente relajante y adictiva. Puede que sus controles no sean los mejores y que su apartado visual sea discreto, pero lo compensa con toneladas de satisfacción cada vez que vemos cómo una casa en ruinas se convierte en un hogar digno de revista.
Si disfrutas con los cozy games, con la simulación ligera y con experiencias donde el tiempo pasa volando sin darte cuenta, House Flipper merece un sitio en tu biblioteca. No es un título perfecto, pero es uno de esos juegos que cumplen con creces su objetivo: entretener sin agobiar. Y eso, en los tiempos que corren, ya es bastante.
House Flipper es un juego adictivo y relajante: engancha con sus reformas y decoración mientras permite disfrutar de un ritmo pausado que convierte cada tarea en pura satisfacción.
A tope
- Muy adictivo y satisfactorio
- Libertad creativa en decoración
- Ritmo relajante sin presión
Meh
- Controles al principio poco intuitivos
- Tareas pueden volverse repetitivas
- Gráficos funcionales pero sencillos
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Historia
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Jugabilidad
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Progresión
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Gráficos
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Sonido