Sin ser yo especialmente fan del género del survival horror, de vez en cuando me gusta sumergirme en él si la franquicia lo merece. En el caso de Resident Evil o Silent Hill, siempre me apetece volver a pasar unas cuantas horas incómodas, con los nervios a flor de piel y ese cosquilleo en el estómago que solo este género sabe provocar. Así fue como llegué a Silent Hill: Short Message, un título presentado en uno de los tantos eventos digitales con los que las compañías van soltando píldoras de lo que está por venir.
En este caso no hablamos de un lanzamiento tradicional, sino de una especie de “mediometraje jugable”, si usamos una analogía cinematográfica. La propuesta nos traslada al pueblo ficticio de Kettenstad, en Alemania, y nos pone en la piel de Anita, una adolescente que empieza a recibir mensajes en su teléfono de alguien que, en teoría, no debería poder escribirle: su amiga Maya, fallecida tiempo atrás.
La premisa es inquietante y funciona como un anzuelo inmediato, pero la experiencia que propone Short Message es, cuanto menos, peculiar dentro de la saga.
Un Silent Hill reconocible… pero distinto
Desde el primer momento el juego logra impregnar al jugador con ese ambiente opresivo y desasosegante tan característico de Silent Hill. Espacios vacíos, la sensación de soledad extrema y un aire de locura latente acompañan a Anita durante todo el recorrido. El problema es que, aunque la atmósfera funciona, falta esa chispa inconfundible que tienen las entregas principales.
La narrativa, en particular, juega en contra de la experiencia. Short Message aborda un argumento duro, incluso incómodo en algunos momentos, hasta el punto de que no es recomendable para quienes atraviesen una etapa difícil en sus vidas. Sin embargo, la manera en que la historia se cuenta resulta un tanto deslavazada, rompiendo la continuidad más veces de las deseables.
Y es que, aunque estamos acostumbrados a que los juegos de Silent Hill introduzcan giros y revelaciones que sacuden al jugador, aquí no hay grandes sorpresas. No encontraremos las vueltas de tuerca que definieron la saga, ni esas revelaciones que invitan a revisitar la trama una y otra vez con otros ojos. El viaje de Anita es más lineal, menos sorprendente, y se deja llevar hasta llegar a su conclusión.
Una mirada al survival horror
Para entender lo que propone este título hay que mirar un poco más allá. El survival horror es un género con más de tres décadas a sus espaldas, que nació con propuestas pioneras como Alone in the Dark o Sweet Home, pero que alcanzó el estrellato con Resident Evil en 1996. A partir de ahí, Silent Hill apareció para ofrecer una alternativa menos enfocada en la acción y más en el horror psicológico, una corriente que marcó para siempre la identidad del género.
Mientras que Capcom construía mansiones infestadas de zombis con puzles y sustos directos, Konami apostó por el terror atmosférico, la simbología perturbadora y la exploración de la mente humana. Ese sello diferenciador convirtió a Silent Hill en una saga de culto y en la referencia obligada para quienes buscaban algo más que sobresaltos fáciles.
En ese contexto, Short Message se presenta como una apuesta arriesgada: por un lado, sirve como puerta de entrada al universo de Silent Hill para una nueva generación, con una duración accesible y un coste inexistente (es gratuito). Por otro, deja claro que no pretende ser un capítulo mayor de la saga, sino una experiencia contenida.
Konami y el regreso al pueblo maldito
Hablar de Silent Hill implica hablar de Konami, una compañía que ha tenido una relación compleja con sus propias licencias. Tras años de silencio y cierta dejadez, el anuncio de varios proyectos relacionados con la franquicia fue recibido con entusiasmo y escepticismo a partes iguales.
Short Message cumple aquí una doble función:
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Demostración técnica del motor gráfico que Konami está utilizando para el esperado remake de Silent Hill 2.
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Declaración de intenciones, un recordatorio de que la saga sigue viva y puede adaptarse a nuevos formatos y públicos.
El resultado es, efectivamente, impresionante en lo técnico. Las expresiones faciales, los efectos de iluminación y los cambios de cámara lucen con una solidez digna de mención. No he notado caídas de rendimiento ni en las situaciones más tensas, algo que da confianza respecto a futuros lanzamientos más ambiciosos.
En ese sentido, se puede comparar con lo que hizo Capcom con el RE Engine: construir un entorno gráfico tan robusto que se convierta en la base de una nueva era para el género. Si vemos Short Message bajo esa óptica, el juego funciona como una pieza fundamental de transición.
El juego en sí: breve, intenso, limitado
Ahora bien, si dejamos lo técnico a un lado y lo analizamos estrictamente como videojuego, Short Message es correcto sin más. Ofrece entre 4 y 5 horas de tensión y agobio, con algunos pasajes bien conseguidos, pero no deja esa huella emocional tan propia de Silent Hill.
Al terminarlo, no se siente la necesidad de seguir explorando lo que ocurrió en Kettenstad, ni de debatir teorías sobre el trasfondo de los personajes. Es un juego que, con el paso del tiempo, muchos recordarán simplemente como “aquello que salió antes del remake”. Y eso, para bien o para mal, marca sus límites.
No obstante, hay que subrayar algo: es gratuito. Y bajo esa premisa, el valor cambia. Short Message no exige una inversión económica, solo unas horas de tu tiempo, y a cambio entrega un producto bien acabado en lo visual y lo técnico. ¿Es poco para Silent Hill? Probablemente. ¿Merece probarlo? Sin duda.
Silent Hill como saga: un legado difícil de igualar
El mayor problema al que se enfrenta Short Message es su propia herencia. La saga Silent Hill no es una cualquiera: redefinió el terror en los videojuegos al convertir el espacio virtual en un espejo de los miedos internos. Introdujo criaturas y escenarios que no solo asustaban, sino que representaban traumas, culpas y deseos reprimidos.
Ese listón es altísimo. Cualquier nueva entrega, incluso una menor como esta, se mide inevitablemente con lo que supusieron los primeros títulos. De ahí que muchos jugadores sientan que Short Message no está a la altura: no porque sea un mal juego, sino porque se enfrenta a un legado prácticamente inalcanzable.
Aun así, conviene entenderlo en perspectiva. Es una pieza experimental dentro del universo Silent Hill, un paso previo al regreso grande que todos esperan. Si consigue atraer a nuevos jugadores y, al mismo tiempo, servir de base tecnológica para lo que está por venir, entonces su misión estará cumplida.
Una breve visita a la pesadilla
En resumen, Silent Hill: Short Message es un título peculiar. No es un capítulo mayor de la saga ni pretende serlo, pero sí logra traer de vuelta parte de la atmósfera inconfundible que hizo grande a esta franquicia. Su narrativa no termina de enganchar, carece de los giros y revelaciones memorables de otros títulos, pero en lo técnico cumple con creces.
Son 4-5 horas de horror psicológico accesible y gratuito, que funcionan como un aperitivo mientras esperamos proyectos más ambiciosos. Si lo juegas como lo que es —una experiencia breve y contenida—, puede que salgas satisfecho. Si esperas una nueva obra maestra del género, lo más probable es que termines con la sensación de que falta algo.
Sea como sea, Short Message nos recuerda que Silent Hill sigue aquí, y que Konami aún tiene cartas que jugar en el terreno del survival horror. Tal vez no sea la visita más intensa al pueblo maldito, pero sí una señal de que el camino de regreso ya está abierto.
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El juicio del horror
Silent Hill: Short Message cumple en lo técnico y ofrece una atmósfera reconocible, pero no alcanza el impacto emocional ni narrativo de la saga principal. Es un juego que se deja jugar, aporta tensión durante unas horas y, al ser gratuito, resulta recomendable probarlo. Sin embargo, carece de la profundidad y los giros memorables que lo habrían elevado a algo más que un simple experimento.
A tope
- Apartado técnico sobresaliente, con gran calidad gráfica y expresiones faciales.
- Ambientación opresiva y tensión al estilo clásico de Silent Hill.
- Gratuito, accesible y recomendable para una experiencia breve.
Meh
- Historia irregular y sin giros memorables.
- Progresión lineal, poca rejugabilidad.
- No deja la sensación de querer seguir explorando Kettenstad.
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Historia
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Jugabilidad
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Progresión
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Gráficos
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Sonido